Con la alegría del evangelio podemos ver como se cumple lo que el papa Francisco nos ha enseñado “el tiempo es superior al espacio”; Hemos sido testigos del encuentro con Cristo en estos 50 años colmados de su presencia y por lo tanto de trascendencia. Con el círculo completo de un año jubilar valoramos la perfección del trabajo de Dios entre nosotros, este círculo es la geometría sagrada por la que pasan todas las líneas posibles del bien, cuyo punto central, único y perfecto es Dios.
Se ha completado el tiempo, por la Encarnación y gracias a este punto sagrado se puede trazar la línea de cada una de nuestras vidas, largas o cortas pero vivas si tocan el núcleo central donde se encuentra el Espíritu Santo. De allí procede el carisma del Regnum Christi para el que hemos consagrado la totalidad de nuestras vidas.
Entre tantas expresiones que nos describen también ha sido “De Tiempo Completo”, y es verdad porque así respondemos al primer mandamiento de amar con todo el corazón, con toda el alma y con todas las fuerzas, eso supone ser siempre del Reino de Cristo, en el tiempo y la eternidad, en el trabajo profesional y apostólico, como el de todos los miembros de este mismo carisma, con los matices propios de la vida personal de cada uno.
Con gratitud guardamos en el corazón la convivencia con toda la familia del Regnum Christi en este tiempo fue un privilegio encontrarnos con diversas comunidades o en encuentros personales fortaleciendo la comunión. Es imposible enlistar los detalles por lo que conviene expresar la mas amplia gratitud a cada uno por todos los detalles prácticos y espirituales con los que podemos evidenciar el gran aprecio y deseo de nuestra presencia.
Dios ha estado grande con nosotros y estamos alegres, sabemos que así como nos ha llamado sigue inspirando la entrega total en el Regnum Christi, el tiempo da inicio a los procesos y esto se ha realizado, el espacio no congela ni cristaliza en un sitio el impulso del mandato misionero por lo que con la escucha del alma atendemos el incansable llamado de Jesucristo para ir al mundo predicando el Evangelio.
Jaime Pérez